Todas las personas tienen su singularidad y cabida en el planeta. Y la gente merece lo mejor por todo lo que ha vivido, y seguro que si lo cree firmemente lo tendrá.
Aunque tú tal vez tengas una secreta fuerza que ya llevas aplicando tantas veces...!
Respetas a las personas y te gustaría que la gente sea feliz.
Eres observador y ves tanta diversidad, tantas personas que al fin parece que son inquilinos de ellos mismos, no son sus jefes. Se sienten víctimas, siguen movimientos sociales que les arrastran, viven alienados por la información, des-información, cada uno a su manera.
Tu sabes que eres el que manda en tus pensamientos, tus emociones y tus acciones, tu propio jefe. Y estás entre los que luchan hasta la última gota de sangre, incluso cuando parece que desfallecen, cuando les falta el aire, las fuerzas, y siguen luchando. Y se levantan una y otra vez porque creen en ellos.
Es el creer y el saber lo que te hace especial, primero crees que la vida es superación, que no tienes que luchar contra nadie, ni ganar a nadie, sino a tí mismo, y esa secreta fuerza que te da la energía para llegar a esas metas, es tu espíritu.
Y tú sabes muy bien que el dolor pasa, la respiración sigue trayendo aire, que el cansancio se va y las energías se renuevan, que las lágrimas paran, y que hay un gran regalo detrás de la lucha y el esfuerzo. Esa determinación y energía por llegar a la meta.
Esa es una diferencia que te da fuerza. El conocimiento y la creencia en el espíritu, el amor, el universo, como tu elijas llamarlo.
Al fin estás ahí, con el premio del disfrute y de la satisfacción de haberlo logrado, con el premio de conocer la cara del éxito, con el premio de haber aprendido a superarte a ti mismo, y con el premio del descubrimiento de que la vida es el gran desafío.