Violencia de hijos a padres. La violencia dentro de la familia, en cualquier
dirección que vaya es altamente perjudicial. Actualmente se está incrementando
y los niños y adolescentes agreden cada vez más a sus padres, pretenden ejercer
un dominio sobre ellos y tomar el control de lo que por naturaleza parece
tendría que ser al revés.
La violencia puede ser ejercida de varias formas, mediante la conducta, patadas, empujones, tirar del pelo, escupir, etc..., que el menor ejerce sobre su progenitor, esta se denomina violencia directa y la indirecta cuando conlleva agresión a objetos o pertenencias, golpes a paredes, puertas, destrucción de objetos...
Todo para intimidar al otro. Además suele ir acompañada de las otras formas como es la verbal, con insultos, amenazas, descalificaciones, o la no verbal, con gestos amenazadores. Suele ser la verbal la que más utilizan las niñas.
Si todo va en aumento se llega a multitud de problemas, que es lo que suele ocurrir, todo ello crea una seria e importante desestabilización familiar y deja de ser el lugar y refugio del amor para convertirse en un infierno para todos y puede llegar a transformarse en la cuna de delincuencia infanto-junvenil.
No sólo esto sino que influye y repercute en daños para los propios hijos. Los padres acaban siendo influidos e intimidados por la violencia de los hijos y sienten miedo, desean que no se sepa y que todo quede oculto, al fin se convierten en verdaderas víctimas y no saben qué hacer, estando intimidados y sufriendo en muchos casos complicaciones psicológicas, insomnio, bajas laborales, estrés, ansiedad, angustia y depresión, fobias, etc..., múltiples trastornos psicológicos, ya que en el fondo se sienten muy culpables.
Tomar la decisión de cortarlo a tiempo es la medida más inteligente, ya que además del daño que sufren los padres, puede tener una influencia desastrosa en los hijos y convertirse en una escuela de destructividad para ellos y un trampolín para seguir utilizándolo en la escuela y sociedad, sin que los padres lo hayan pretendido.
A veces algunos padres con las culpas y la vergüenza piensan que nadie lo puede saber y que lo tienen que solucionar ellos, o que ya mejorará con el tiempo (cuando la realidad es que aumenta).
Es cierto que por los procesos de negación, los padres pueden pensar en múltiples excusas. Ello lo que genera es perpetuarlo y denigrar más el ambiente familiar y la psicología del hijo.
La violencia puede ser ejercida de varias formas, mediante la conducta, patadas, empujones, tirar del pelo, escupir, etc..., que el menor ejerce sobre su progenitor, esta se denomina violencia directa y la indirecta cuando conlleva agresión a objetos o pertenencias, golpes a paredes, puertas, destrucción de objetos...
Todo para intimidar al otro. Además suele ir acompañada de las otras formas como es la verbal, con insultos, amenazas, descalificaciones, o la no verbal, con gestos amenazadores. Suele ser la verbal la que más utilizan las niñas.
Si todo va en aumento se llega a multitud de problemas, que es lo que suele ocurrir, todo ello crea una seria e importante desestabilización familiar y deja de ser el lugar y refugio del amor para convertirse en un infierno para todos y puede llegar a transformarse en la cuna de delincuencia infanto-junvenil.
No sólo esto sino que influye y repercute en daños para los propios hijos. Los padres acaban siendo influidos e intimidados por la violencia de los hijos y sienten miedo, desean que no se sepa y que todo quede oculto, al fin se convierten en verdaderas víctimas y no saben qué hacer, estando intimidados y sufriendo en muchos casos complicaciones psicológicas, insomnio, bajas laborales, estrés, ansiedad, angustia y depresión, fobias, etc..., múltiples trastornos psicológicos, ya que en el fondo se sienten muy culpables.
Tomar la decisión de cortarlo a tiempo es la medida más inteligente, ya que además del daño que sufren los padres, puede tener una influencia desastrosa en los hijos y convertirse en una escuela de destructividad para ellos y un trampolín para seguir utilizándolo en la escuela y sociedad, sin que los padres lo hayan pretendido.
A veces algunos padres con las culpas y la vergüenza piensan que nadie lo puede saber y que lo tienen que solucionar ellos, o que ya mejorará con el tiempo (cuando la realidad es que aumenta).
Es cierto que por los procesos de negación, los padres pueden pensar en múltiples excusas. Ello lo que genera es perpetuarlo y denigrar más el ambiente familiar y la psicología del hijo.