En otras ocasiones la agresividad se produce por esperar algo de la vida, de la familia o de otras situaciones y que no se produzcan los resultados esperados.
Unas veces por no planificarlo con alcance, otras por las personas implicadas, o sencillamente porque la situación no acompañaba. Y es una realidad que en la vida hay disgustos y frustraciones.
Por todo ello, el nivel de decepción y fracaso en las expectativas llegó a unos extremos y la persona envuelta en un proceso de frustraciónes, con la rabia y la ira, se volvió muy agresiva. Reaccionando con violencia y sin poder metabolizar esa frustración. Descargando tal vez en personas y situaciones que no tienen que ver con los factores causales que lo produjeron. Y que se pueden volver en su contra.
Otras ocasiones la persona se siente culpable de lo vivido y la autoexigencia a la que se somete, le hace sentirse imperfecto y frustrado y se echa las culpas por todo. Y así es, donde hay culpas rápidamente aparece el castigo. Y la rabia y frustración fueron generando y produciendo la agresividad. Agresividad que ahora le sirve a la persona para dirigirla hacia su sí mismo, elaborando autosabotajes, y configurando autoagresiones, alcohol, tabaco, drogas. O complicándose la vida para que le lleguen las consecuencias negativas, destruyendo la pareja, la empresa. En fin tomando una serie de decisiones equivocadas que le llevan a importantes pérdidas para autocastigarse. Una trampa para liberarse de culpas, y es trampa porque estas culpas vuelven una y otra vez hasta que se solucionen de forma terapeútica.
Y con las culpas activadas, como la persona necesita autocastigarse, en muchos casos aparece la depresión en esas vidas, que al fin es una forma de dirigir la agresión hacia el sí mismo. En estos casos por lo que observa en consulta, lo más apropiado es la Terapia Psicológica, y así aprender a dirigir ese potencial de energía, ahora contaminado y enfermo, hacia una constructividad, una energía dirigida a metas y sobre todo a lograr más vida.
Unas veces por no planificarlo con alcance, otras por las personas implicadas, o sencillamente porque la situación no acompañaba. Y es una realidad que en la vida hay disgustos y frustraciones.
Por todo ello, el nivel de decepción y fracaso en las expectativas llegó a unos extremos y la persona envuelta en un proceso de frustraciónes, con la rabia y la ira, se volvió muy agresiva. Reaccionando con violencia y sin poder metabolizar esa frustración. Descargando tal vez en personas y situaciones que no tienen que ver con los factores causales que lo produjeron. Y que se pueden volver en su contra.
Otras ocasiones la persona se siente culpable de lo vivido y la autoexigencia a la que se somete, le hace sentirse imperfecto y frustrado y se echa las culpas por todo. Y así es, donde hay culpas rápidamente aparece el castigo. Y la rabia y frustración fueron generando y produciendo la agresividad. Agresividad que ahora le sirve a la persona para dirigirla hacia su sí mismo, elaborando autosabotajes, y configurando autoagresiones, alcohol, tabaco, drogas. O complicándose la vida para que le lleguen las consecuencias negativas, destruyendo la pareja, la empresa. En fin tomando una serie de decisiones equivocadas que le llevan a importantes pérdidas para autocastigarse. Una trampa para liberarse de culpas, y es trampa porque estas culpas vuelven una y otra vez hasta que se solucionen de forma terapeútica.
Y con las culpas activadas, como la persona necesita autocastigarse, en muchos casos aparece la depresión en esas vidas, que al fin es una forma de dirigir la agresión hacia el sí mismo. En estos casos por lo que observa en consulta, lo más apropiado es la Terapia Psicológica, y así aprender a dirigir ese potencial de energía, ahora contaminado y enfermo, hacia una constructividad, una energía dirigida a metas y sobre todo a lograr más vida.